POSITIVISMO
El primer modelo que tendió a unificar el conocimiento científico fue durante
el s. XIX, bajo en nombre de Positivismo acuñado por Auguste Comte (1798-1857)
El positivismo de Comte constituye una doctrina orgánica, no sólo en
aspecto teórico, sino también y muy especialmente en el práctico. El propósito
de Comte no es, por lo tanto, erigir una nueva filosofía o establecer las
ciencias sobre nuevas bases; es proceder a una reforma de la sociedad. Pero la reforma
de la sociedad implica necesariamente la reforma del saber y del método, pues
lo que caracteriza a una sociedad es justamente para Comte la altura de su
espíritu, el punto a que ha llegado en su desarrollo intelectual. De ahí que el
sistema de Comte comprenda tres factores básicos:
a) una filosofía de la historia que ha de mostrar por qué la filosofía
positiva es la que debe imperar en el próximo futuro;
b) una fundamentación y clasificación de las ciencias asentadas en la
filosofía positiva;
c) una sociología o doctrina de la sociedad que, al determinar la
estructura esencial de la misma, permita pasar a la reforma práctica y,
finalmente a la reforma religiosa, a la religión de la Humanidad.
La significación de ‘positivo’ resalta inmediatamente de la filosofía de
la historia de Comte, resumida en la ley de los tres estados: el teológico, el
metafísico y el positivo, que no son simplemente formas adoptadas por el
conocimiento científico, sino actitudes totales asumidas por la humanidad en
cada uno de sus períodos históricos fundamentales. El estadio teológico es
aquel en el cual el hombre explica los fenómenos por medio de seres
sobrenaturales y potencias divinas o demoníacas; a este estadio, cuyas fases
son el fetichismo, el politeísmo y el monoteísmo, corresponde un poder
espiritual o teocrático y un poder temporal monárquico, unidos en un estado de
tipo militar. Le sigue un estadio metafísico, que arranca del monoteísmo como
compendio de todas las fuerzas divinas en un solo ser y que, al personalizarlas
en una unidad, permite al propio tiempo se despersonalización. Las causas de
los fenómenos son convierten entonces en ideas abstractas, en principios
racionales. Es un período crítico negativo, una desorganización de los poderes
espirituales y temporales, una ausencia de orden que tiende continuamente a la
anarquía, pues en el estadio metafísico irrumpen todas las fuerzas disolventes
de la inteligencia. Finalmente, sobreviene el estadio positivo, que sustituye
las hipótesis y las hipóstasis metafísicas por una investigación de los
fenómenos limitada a la enunciación de sus relaciones. A esta altura del
progreso intelectual corresponde una superación de la fase crítica intermedia;
el poder espiritual pasa entonces a manos de los sabios, y el poder temporal a
manos de los industriales.
El positivismo en la ciencia, conlleva a renunciar a todo lo
trascendente, reduciéndose todo a la averiguación y comprobación de los leyes
dadas en la experiencia, y ello no sólo para los fenómenos físicos, sino
también para los puramente espirituales, para el mundo de lo social y lo moral.
Lo positivo no es, solamente una forma de organización de las ciencias;
es un estado total que requiere, ante todo, un orden y una jerarquía. El paso
por los tres estadios en cada una de las ciencia es para Comte perfectamente
demostrable, pero lo que caracteriza a las ciencia no es la riguroso
vinculación de toas y cada una de ellos al período social correspondiente, sino
cabalmente su gradual anticipación en el camino que conduce a lo positivo, el
hecho de que su jerarquía coincida con su mayor o menos estado de
positivización. Esta jerarquía forma, por así decirlo, una pirámide en cuya
base se encuentra la matemática y en cuya cúspide se encuentra la sociología;
entre una y otra y apoyándose cada una de las ciencias en el conocimiento de
los principios de la precedente, se encuentran la astronomía, la física, la
química y la biología. Lo que las diferencia entre sí no es tanto su mayor o
menor carácter positivo esencial, sino la comprobación de que lo positivo ha
irrumpido en ellas en épocas distintas y progresivamente más avanzadas de la
historia. Por la simplicidad de su objeto, las matemáticas son las ciencias en
donde lo positivo ha sido adquirido con anterioridad a las demás. Pero la mayor
complicación gradual que ofrecen los demás saberes, el predominio en ellos de
lo concreto y de lo inductivo, hace que su positivismo sea progresivamente más
tardío.
El positivismo establece «atenerse a los hechos» y toma como modelo de
racionalidad la ciencia experimental, difiere radicalmente del pensamiento
romántico.
En conjunto, la tendencia positivismo reúne las siguientes
características:
1) Propone un nuevo modelo de racionalidad: la racionalidad científica. Y
Comte declara que se inspira en Bacon, Galileo y Descartes.
2) Pretende mantenerse en el terreno de los hechos. Pero por «hecho» se
entiende no tanto los datos inmediatos de los sentidos, sino las relaciones
entre dichos datos, es decir, las leyes científicas. Hay aquí una cierta
incongruencia: las leyes ya no son «hechos», sino generalizaciones acerca de
los hechos (problema que retomará el neopositivismo, tomando como premisa a
Hume).
3) Rechaza como «incognoscible» todo lo que esté más allá de los hechos:
negación de la Metafísica, y postura, en general, agnóstica.
4) Considera a la ciencia como guía de la Humanidad, y confía en un
progreso indefinido (ideales tomados de la Ilustración). Pero hay que notar
que, entonces, el valor de la ciencia queda subordinado a estos ideales
humanitarios (función práctica del saber), y que la misma ciencia es
relativizada históricamente ( relativismo del saber).
5) Desde el punto de vista moral, defiende el utilitarismo; y desde luego
el punto de vista socio-político, representa una ideología burguesa,
conservadora (a pesar de la creencia en el progreso) y, a veces, escasamente
democrática.
Desde el punto de vista filosófico, puede establecerse una relación con
el empirismo. Pero el positivismo es claramente ¾
desde el punto de vista de la teoría del conocimiento¾ un realismo: los sentidos ponen en
contacto inmediato con la realidad, y las leyes de la naturaleza expresan
conexiones reales (por eso son considerados también como «hechos»), y no
simplemente hábitos subjetivos.
El saber positivo determinará el progreso efectivo, la desaparición de
los desórdenes y la unidad de todos los hombres. La Unidad ha de empezar siendo
unidad intelectual para terminar en unidad social. Por eso se propone Comte una
unificación de todas las ciencias «presentándolas como ramas de un tronco
común, en lugar de continuar concibiéndolas como cuerpos aislados». Tal
unificación se realiza mediante la filosofía positiva, la cual consiste,
simplemente, en « el estudio de las generalidades de las diferentes ciencias,
concebidas como sometidas a un método único y como formando las diversas partes
de un plan general de investigaciones. De este modo, ciencia y filosofía
coinciden: la ciencia se convierte en filosofía, y ésta no es sino la
unificación de las ciencias.
Interpretaciones sobre el Positivismo
En un sentido muy amplio puede llamarse «positivismo» a toda doctrina
que se atiene a, o destaca la, importancia de lo positivo, esto es, de lo que
es cierto, efectivo, verdadero, etc. Como muchos filósofos mantienen que se
ocupan, y se ocupan sólo, de lo que es cierto, efectivo, verdadero, etc.,
habría que concluir que son positivistas (lo cual sería excesivo y, además,
errado). Ni siquiera es recomendable usar “positivismo” para designar doctrinas
que, como la de Descartes, insisten en que se atienen únicamente a lo que es
cierto, efectivo, verdadero, etc., después de haber puesto en duda todo lo que
no ofrece estos rasgos. Es aún menos recomendable usar “positivismo” para
calificar ciertos tipos de filosofía que han usado el término “positivo” (como
la filosofía positiva de Schelling). En Schelling ‘positivo’ se contrapone a
‘negativo’, de modo que su «positivismo» es «oposición al negativismo».
Se ha propuesto usar ‘positivismo’ para designar doctrinas filosóficas
que se fundan en hechos o en realidades concretas o en realidades accesibles
sólo a los órganos de los sentidos. Pero aun entonces el sentido de
‘positivismo’ sigue siendo vago, pues habría que concluir que los filósofos que
se adhieren al ‘sensualismo’ en teoría del conocimiento son positivistas.
Se ha propuesto asimismo usar ‘positivismo’ para designar varias
doctrinas filosóficas, como el utilitarismo, el materialismo, el naturalismo,
el biologismo, el pragmatismo, etc. Aunque algunas tienen rasgos positivistas,
otras pueden ser poco «positivistas».
El término ‘positivismo’ tiene su origen en Auguste Comte, el cual
propuso, y desarrolló, una «filosofía positiva». Ésta comprendía no sólo una
doctrina acerca de la ciencia, sino también, y sobre todo, una doctrina sobre
la sociedad y sobre las normas necesarias para reformar la sociedad,
conduciéndola a su «etapa positiva». Los filósofos que siguieron a Comte, sea
de un modo «ortodoxo», o bien «heterodoxo», fueron llamados «filósofos
positivos» o «positivistas». También fueron considerados positivistas filósofos
como John Stuart Mill, Spencer, Mach, Avenarius, Vaihinmger, etc. Ello conlleva
el peligro de extender más de la cuenta el alcance del significado de
‘positivismo’. Si todos los filósofos que manifiestan atenerse a lo «dado»,
especialmente a lo dado a los sentidos, que manifiestan hostilidad hacia el
idealismo; o que estiman que deben tenerse en cuenta los métodos y resultados
de las ciencias, son declarados «positivistas», habrá que incluir entre ellos a
muchas que expresan simpatía por el fenomenismo, por naturalismo, por el
cientificismo, etc.
Hay algunos usos de ‘positivismo’ que conviene conservar, porque, de
hecho, este término ha sido empleado por varios filósofos (o comentaristas) muy
distintos de cualesquiera de los mencionados. Ejemplos de estos usos son:
1) el llamado «positivismo total» de autores como Husserl y Bergson, los
cuales han estimado que si hay que ser positivista, hay que serlo «a fondo» y
«radicalmente», no de un modo parcial, como el de Comte; en vez de negar ciertos
aspectos de la experiencias, hay que admitirlos todos, estos es, hay que
admitir lo dado tal como se da, sin prejuicios y conceptuaciones previas;
2) el llamado «positivismo espiritualista» de autores como Ravaisson,
Lachelier y Boutroux;
3) el «positivismo absoluto» propugnado por Luis Weber, según el cual hay
que proceder a una crítica del conocimiento que muestre la intervención real de
la actividad espiritual en la constitución de las ciencias, de modo que se
trata de «un positivismo absoluto a través del idealismo».
Sin embargo, estos tres usos deben, mantenerse sólo por razones
históricas, es decir, por el efectivo empleo del término ‘positivismo’ en los
ejemplos indicados. Por otro lado, hay que subrayar en cada caso que se trata
de un «positivismo» distinto del «normal», por lo que es recomendable usar
siempre los adjetivos que lo cualifican: ‘total’, ‘espiritualista’, absoluto’,
etc. Aun cuando los autores indicados pueden coincidir con los positivismos del
tipo de Comte en que preguntan ante todo «cómo», y no, o sólo posteriormente,
«qué»,, «por qué» y «para qué», y aunque todos ellos destacan el «primado de
los hechos», entienden ‘hecho’ en un sentido distinto del que es asociado
corrientemente con las tendencias positivistas a partir de Comte.
Propiamente, el positivismo tiene dos manifestaciones en la época
moderna y contemporánea. Una es la ya citada de Comte y sus sucesores. La otra
es la movimiento que ha recibido varios nombres: positivismo lógico (una
expresión ya usada, aunque en distinto sentido, por Vaihinger), empirismo
lógico, neopositivismo. Lo característico de esta forma de positivismo, que
incluye el Círculo de Viena, y que está asimismo relacionado con el
convencionalismo, es el intento de unir el empirismo (especialmente en la tradición
de Hume) con los recursos de la lógica formal simbólica; la tendencia
antimetafísica, pero no por considerar las proposiciones metafísicas como
falsas, sino por estimarlas carentes de significación y aun contrarias a las
reglas de la sintaxis lógica, y el desarrollo de la tesis de la verificación.
Según Moritz Schlick, este positivismo exhibe los rasgos siguientes:
1) Sumisión al principio de que la significación de cualquier enunciado
está contenida enteramente en su verificación por medio de lo dado, con lo cual
se hace necesaria una depuración lógica que requiere precisamente el
instrumental lógico-matemático.
2) Reconocimiento de que el citado principio no implica que sólo lo dado
sea real.
3) No negación de la existencia de un mundo exterior, y atención exclusiva
a la significación empírica de la afirmación de la existencia.
4) Rechazo de toda doctrina del «como si». El objeto de la física no son
las sensaciones: son las leyes. Y los enunciados sobre los cuerpos pueden ser
traducidos por proposiciones ¾que poseen la misma significación¾ sobre regularidades observadas en la intervención de las sensaciones.
5) No oposición el realismo, sino conformidad con el realismo empírico.
6) Oposición terminante a la metafísica, tanto idealista como realista.
Así, únicamente la aclaración radical de la naturaleza de lo a priori
lógico-analítico proporciona la posibilidad de profesar un integral empirismo
lógico que pueda ser calificado como de auténtico positivismo.
En sus primeras formulaciones por lo menos, el positivismo lógico
separa, pues, completamente, la forma lógica del contenido material de los
enunciados, y rechaza la correspondencia ontológica entre proposición verdadera
y realidad, así como la reducción de la verdad de la proposición a su simple
coherencia formal con otras proposiciones verdaderas.
El positivismo lógico no puede considerarse, pues, como un movimiento completamente
unitario. Pero hay algo por lo menos que lo distingue de otras formas de
positivismo, de los tipos de empirismo, positivismo y pragmatismo anteriores,
más ocupados con los aspectos psicológicos: es, como ha señalado Herbert Feigl,
«la persecución sistemática del problema de la significación por medio de un
análisis lógico del lenguaje». El positivismo lógico ¾o, mejor, el empirismo lógico¾ ha surgido, por consiguiente, como
sigue diciendo Feigl, de la influencia ejercida por tres significativos
desarrollos en la matemática reciente y en la ciencia empírica: los estudios
sobre la fundamentación de la matemática (Russell, Herbert, Brouwer), la
revisión de los conceptos básicos de la física (Einstien, Planck, Bohr,
Heisenberg) y la revisión behaviorista (del inglés, behaviorism, conductivismo)
de la psicología (Pavlov, Watson).
NEOPOSITIVISMO
El campo de la filosofía es el de la representación
de los objetos; sus objetos son los conceptos, proposiciones y teorías de la
ciencia. Esta determinación de la filosofía la realizó Wittgenstein por primera
vez. (W. Kraft).
El neopositivismo o Círculo de Viena surgió en los primeros años
de la década de los veinte cuando el filósofo y físico Moritz Schlick
ocupó, reclamado por Kiel, la Cátedra de Filosofía de las Ciencias Inductivas
de la Universidad de Viena. Animado por un grupo de jóvenes físicos, matemáticos,
filósofos y teóricos sociales que ya se reunían en un café en Viena, y entre
los que se encontraban Philipp Frank, Herbert Feigl, Hans Hahn, Otto Neurath,
se creó con Schlick un grupo de discusión en torno a problemas epistemológicos
y cuya pretensión era seguir el camino abierto por el positivismo en muchos de
cuyos puntos fundamentales estaban de acuerdo: la defensa del empirismo, el
rechazo rotundo de la metafísica y una orientación unificadora de la ciencia en
sus lenguajes y en sus métodos.
En torno a este grupo se unieron posteriormente otros estudiosos como
Rudolf Carnap y Kurt Gödel y pronto surgieron nuevos grupos en Berlín (Hans
Reichembach, Carl Hempel, Olaf Helmer y Alexander Herzberg), ciudad
en la que se creó la Sociedad para la Filosofía Científica" y en
Inglaterra, grupo de entre cuyas figuras destaca Alfredo J. Ayer.
La sociedades de Berlín y de Viena mantuvieron numerosos intereses
compartidos y una rica colaboración que fructificó en la publicación de la
revista Erkenntnis, dirigida por Carnap. Otros grupos
surgieron en Polonia, pero cuando los nacionalsocialistas subieron al poder y,
tras el asesinato de Moritz Schlick a manos de un estudiante nazi, el grupo se
disuelve emigrando muchos de sus miembros a Inglaterra y a Estados Unidos,
lugar en el que fueron gratamente acogidos por los teóricos del pragmatismo.
En 1939 saldrá a la luz la Enciclopedia internacional de la
ciencia unificada, a cargo de Neurath, Carnap y Morris, en la que se
recogían y se hacían públicos los trabajos e investigaciones de diferentes
científicos y epistemólogos.
Pues bien, a pesar de esta heterogeneidad de grupos, el neopositivismo,
denominado también positivismo lógico o neoempirismo se vertebró en torno a
ciertas ideas compartidas, como por ejemplo la asunción de las principales
tesis positivistas antes mencionadas y la aceptación del empirismo. Sobre este
último, los neopositivistas aceptaron la distinción hecha por Hume entre las
relaciones de ideas (a priori) y las cuestiones de hecho (a posteriori),
distinción que sirvió de base a su epistemología.
Entre otras fuentes cabe destacar la doctrina empiro-criticista de Ernst
Mach que afirmaba que los hechos de la experiencia constituían el fundamento
último del conocimiento, invalidando toda distinción entre hechos, sobre todo
la que diferenciaba entre lo físico y lo psíquico.
Influyeron también en sus ideas las tesis de Bertrand Russell y
el primer Wittgenstein. De hecho, cuando fue publicado el Tractatus
en 1921, se convirtió en tema principal de discusión para los miembros del
Círculo de Viena. Wittgenstein había denunciado que la mayoría de las
cuestiones filosóficas, sobre todo las referentes a la metafísica, carecían de
sentido si se las examinaba a la luz de un análisis lingüístico. Este postulado
fue completamente asumido por la mayoría de los neopositivistas. Moritz
Schlick, por ejemplo, aceptó identificar la metafísica con una perversión del
lenguaje. Si se parte de la base de que todo conocimiento corresponde y ha de
ser vertido en dos tipos de juicio, las cuestiones de hecho, que versan sobre
acontecimientos existentes y que son conocidos a través de la experiencia, y
las cuestiones de sentido, que son reflexiones y análisis sobre el sentido que
damos a los hechos (es decir, se trata de cuestiones meramente lingüísticas que
se sustraen a la cuestión de la existencia y que nada pueden decidir sobre
ella) habrá que admitir que la metafísica da un paso ilícito al tratar las
consideraciones de sentido o los objetos lógico lingüísticos como si fueran
cuestiones de hecho o realidades extramentales y extralingüísticas.
La metafísica ha de quedar circunscrita a la esfera de un pseudo-arte,
imperfecto y torpe. Audazmente hizo gala Nietzsche de esta intuición
cuando escribió su obra Así habló Zaratustra, escrito que por su género
se asemeja más a una creación literaria y poética que a un ensayo
pretendidamente filosófico.
Ahora bien, el desprecio de la metafísica sirvió para excluir de toda
investigación científica todo hecho extralingúístico y para depurar a la
filosofía de multitud de pseudoproblemas. Además, esta cuestión entronca con
una de las prioridades básicas de los neopositivistas: la afirmación de la
necesidad de la unificación de las ciencias, sean cuales fuere sus contenidos
disciplinares. Para lograr esta unificación se hacía imprescindible analizar el
significado de los enunciados utilizados por ella, así como delimitar y
construir un lenguaje propio minuciosamente preciso que desalojara toda ambigüedad
y error. Por este motivo el Círculo de Viena hizo un análisis lógico del
lenguaje, es decir, de los conceptos y enunciados utilizados por las ciencias
que desocultara su sintaxis lógica.
Los neopositivistas sólo aceptan como dotadas de significado las
proposiciones analíticas (a priori), que no se refieren a nada real y son
propias de la lógica y la matemática, y la proposiciones sintéticas (a
posteriori) o verdades de hecho, siempre que éstas sean verificables a partir
de la observación directa de lo real.
"Un lenguaje consta de un vocabulario y una sintaxis, es decir, de
un conjunto de palabras que poseen significado y de reglas para la formación de
las proposiciones. Estas reglas indican cómo se pueden constituir proposiciones
a partir de diversas especies de palabras. De acuerdo con esto, hay dos géneros
de pseudoproposiciones: aquéllas que contienen una palabra a la que
erróneamente se supuso un significado o aquéllas cuyas palabras constitutivas
poseen significado pero que, por haber sido reunidos de un modo antisintáctico
no constituyeron una proposición con sentido". (La superación de la
metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje, de Rudolf Carnap, editado
en la revista Erkenntnis, 1932).
Ahora bien, las proposiciones analíticas se reducen siempre a una
generalización sobre lo aportado por la experiencia, entendida como el único
criterio posible de verificación de un enunciado o de un conjunto de
enunciados, es decir, una teoría. Así, la proposición "Dios existe" o
"el fundamento de todo lo real son las pulsiones inconscientes" son
proposiciones carentes de sentido y tan absurdas como lo puede ser la
afirmación "César es un número primo". Este tipo de proposición no es
verificable bajo ningún dato de la experiencia.
El problema de la verificabilidad se agudiza cuando se analizan las
proposiciones universales, ya que éstas no pueden nunca contrastarse totalmente
con lo dado a la experiencia. Por ejemplo, puedo verificar que los mirlos de mi
jardín son negros, pero no que todos los mirlos sean negros. La cuestión se
vuelve todavía más compleja y abstrusa si lo que se pretende verificar es una
hipótesis teórica de la ciencia o una proposición meramente subjetiva, como por
ejemplo la afirmación "me duelen las muelas" que, aunque tiene
significado, sin embargo no es verificable intersubjetivamente.
Carnap intentó solucionar esto sustituyendo la verificación por la
confirmación (una validación parcial y limitada que no anticipa todos los casos
futuros) y la traducibilidad (dirigida a aquellas proposiciones cuyos términos
no sean observables, pero que han de ser traducibles a elementos sí
observables).
Es precisamente sobre estas cuestiones sobre las que surgirá una crítica
y un revisionismo de los postulados del neopositivismo, como por ejemplo la
desarrollada por Karl Popper, que no admitió la fundamentación empírica
ni sus criterios de verificación, reemplazados por él por un concepto negativo,
el de la falsación. Actualmente, el debate epistemológico en torno a la
verificabilidad de las ciencias y la delimitación de su campo (el problema de
demarcación) sigue todavía en plena discusión.
BREVE REFERENCIA DEL LOGICISMO
Russell y Whitehead escriben Principia Matemática, libro en cual
se prestará para entregar los fundamentos a la reformulación de la ciencia. De
lo que se tratará será de comprender o realizar un lenguaje que sea apto para
comprobar los enunciados proposicionales, a través de la lógica varitativo-funcional.
La problemática central será entonces establecer tablas de verificación para
comprobar la verificabilidad de los enunciados de las proposiciones. Estas
tablas de verdad o de verificabilidad servirán de herramienta principal para el
análisis de la ciencia por parte de los empiristas y los positivistas lógicos.
Lo
que se trata de realizar es construir una interpretación veritativo-funcional
para todos los operadores proposicionales. Sin embargo será Wittgenstein, quien
en su Tractus Lógico-Philosophicus, introducirá la clarificación al
problema de las tautologías plateados por Ruseell, y al mismo tiempo
introducirá las tablas de verdad, usándolas como base para formular una
definición de tautología.
Las
tautologías no dicen nada sobre el mundo, sino sólo sobre nuestro uso de
símbolos, de suerte que el empirista y el positivista no deben tener ningún
escrúpulo en admitirlas como verdades a priori.
Cuando se usan en conjunción con proposiciones empíricas (experiencias observacionales)
en el razonamiento lógico o matemático, las tautologías proporcionan un medio
de transformar proposiciones empíricas en otras proposiciones empíricas sin
cambiar su valor de verdad; de esta propiedad, las tautologías deriva su
utilidad para la ciencia.
Al
mismo tiempo en que se establecía el logicismo, se formuló paralelamente el
llamado Formalismo (derivación del logicismo). Para el formalista, la
matemática pura, incluyendo la lógica, consta de cálculos no interpretados de
sistemas de axiomas que se manipulan por medio de un conjunto de reglas
formales o algoritmos. Como en el caso del logicismo, para el formalista, la
matemática pura no dice nada sobre el mundo, pero, mientras que el logiscista
sostiene que la matemática pura y la lógica son verdaderas, el formalista
sostiene que no son verdaderas ni falsas, sino meros juegos con símbolos,
gobernados por reglas.
Tanto
para el formalista como para el logicista, la lógica se interesa únicamente por
la sintaxis, esto es, por las relaciones formales entre símbolos, y todos los
argumentos han de consistir en la manipulación de símbolos de acuerdo con
reglas precisas.
El
empirismo y la nueva lógica simbólica fueron finalmente, fusionados y
desarrollados en una filosofía de la ciencia por el positivismo lógico.
TRES CORRIENTES DEL ANÁLISIS FILOSÓFICO DEL LENGUAJE
1° Wittgenstein (primero) o atomismo lógico
2° Positivismo Lógico.
3° Witgenstein (segundo) o Filosofía analítica reciente.
ATOMISMO LÓGICO
Surge como reacción contra el idealismo de Bradley, que proponía
una lógica monista: cada cosa está constituida por un conjunto de relaciones
(internas) que la ligan en rigor, con todo el Universo, el cual constituye un
todo independiente, por tanto, no es posible conocer una cosa sin tener el
conocimiento de todo el Universo.
Russell propone lo contrario, una lógica atomista: el mundo se compone
de entidades independientes y aisladas, que pueden ser conocidas sin referencia
al resto del universo, directamente en sí mismas.
La idea básica del atomismo lógico es
que el mundo posee la estructura de la lógica matemática.
El mundo para el atomismo lógico, es un
conjunto de hechos atómicos[1]. Es decir, el mundo
es un conjunto de sucesos o acaeceres, también aislados e independientes
(átomos), y no de objetos o cosas.
Cada hecho atómico corresponde, en el
lenguaje a una proposición atómica, que es verdadera si se corresponde con el
hecho en cuestión (a esto se le llamaba realismo, o teoría de la
correspondencia; aunque Russell prefirió que se lo llamara lógico atomista).
Según Russell, la proposición lógica es
un SÍMBOLO del hecho, y existe una cierta identidad fundamental de estructura
entre ambos. Admite por tanto, que en el mundo se da una complejidad objetiva,
de la que la complejidad de las proposiciones constituye un reflejo.
CONSECUENCIAS
a) El atomismo lógico hace legítimo el
análisis. El análisis tiene una doble dimensión: a) análisis de los hechos,
para descubrir sus últimos componentes, o átomos lógicos (pero reales); b)
análisis de las proposiciones.
b) Lo característico del atomismo lógico
es que defiende el ISOMORFISMO HECHOS-PROPOSICIONES, por lo que propone el
análisis se realice sobre las proposiciones y no sobre los hechos. La razón de
ello es que los símbolos (de las proposiciones) son más fáciles de aprehender
que lo simbolizado (los hechos). El isomorfismo garantiza que el análisis de la
proposición equivale al análisis de los hechos.
c) El atomismo lógico considera únicamente
como guía para la comprensión del mundo el LENGUAJE perfecto de la lógica. Los
demás lenguajes conducen a inferencias indebidas respecto a la naturaleza del
mundo. De ahí procede el rechazo a la metafísica.
Positivismo lógico
El Positivismo deriva de A. Comte, y se usa en general como nombre
para una fórmula de empirismo estricto: el positivista mantiene que sólo son
legítimas las pretensiones de conocimiento fundadas directamente sobre la
experiencia.
En
particular, el Círculo de Viena, es una forma de positivismo que adopta la
lógica simbólica como su principal herramienta de análisis.
Se
propone que existen dos formas de investigación que producen conocimiento:
a) La investigación empírica; que es la
tarea de las diversas ciencias;
b) El análisis lógico de las ciencias, que
es tarea de la filosofía.
La doctrina central del positivismo
lógico es la TEORÍA VERIFICACIONISTA DEL SIGNIFICADO, cuya tesis es que una
proposición es significativa si y sólo si puede ser verificada empíricamente,
es decir, si y sólo si hay un método empírico para decidir si es verdadera o
falsa.
Para ello se avalan del Tractus
escritos por Wittgenstein, quien se diferencia del empirismo de Hume (empirismo
clásico), debido a que éste último funda el elemento básico de la experiencia
en las IMPRESIONES; mientras que el segundo en los HECHOS
Los hechos para Wittgenstein es un
estado de las cosas que da la casualidad de que acaece realmente. Un estado de
las cosas es un hecho lógicamente posible. De ahí que derive lógicamente, el
análisis interpretativo de los hechos, puesto que estos pueden constituir un
estado lógico en que se evidencian las cosas en la realidad, de ahí su soporte
en la lógica, puesto que esta habla de los posibles y de las verificaciones
posibles basadas en la experiencia empírica, entendida esta experiencia como un
hecho lógicamente posible.
La
problemática central dice relación a que ningún lenguaje natural existente
satisface las condiciones de ser lógicamente correctas, y por tal verdadera. De
ahí que la preocupación central del positivismo lógico es la construcción de
un lenguaje lógicamente correcto. Por ello es que toda experiencia va a ser
susceptible de esgrimirla o entenderla como una proposición que habla de los
hechos.
La
crítica al idealismo condujo a una recuperación del empirismo. Que era la gran tradición
filosófica inglesa.
Muchos de los representantes de la filosofía analítica eran científicos
destacados en el campo de las matemáticas, la lógica matemática y la física.
Ello explica la vuelta al positivismo: negación del valor de la metafísica,
considerado como válida únicamente la ciencia natural y la matemática.
En
consecuencia, ya que la metafísica carece de todo valor, no se puede reconocer
más tarea a la filosofía que la del análisis del lenguaje. La filosofía concibe
el análisis del siguiente modo:
a) Análisis del lenguaje: difiere del
empirismo puesto que los ingleses (empiristas) se dedicaron al análisis
psicológico, centrando su análisis a las ideas. El nuevo análisis se centra en
la lingüística y más precisamente en las proposiciones.
b) El análisis tiene una doble dirección:
·
Formalismo: Análisis lógico del lenguaje científico, pretensión de crear
un lenguaje (lógico-matemático) perfecto que elimine los problemas creados por
el lenguaje utilizado en la filosofía y la ciencia (Russell, Wittgenstein,
positivismo lógico, empirismo lógico)
·
Antiformalismo: análisis lingüístico del lenguaje ordinario, intento de
establecer las reglas de sus diversos usos y de evitar las trampas que el mal
uso del lenguaje puede poner al pensamiento (Filosofía Analítica, 2°
Wittgenstein, Filosofía del Lenguaje).
BREVE ESBOZO SOBRE EL EMPIRISMO LÓGICO
Es una versión más moderada que el positivismo lógico. Su
dificultad central está en que las leyes científicas que son formuladas como
proposiciones universales no pueden ser conluyentemente verificadas por un
conjunto finito alguno de enunciados de observación (problema derivado de David
Hume, que retomó tanto el positivismo como el empirismo lógico).
Los
positivistas lógicos buscan que una proposición con significado debe ser
susceptible de ser contrastada por referencia a la observación y al
experimento, para así determinar el grado de verdad o falsedad de las
proposiciones científicas.
Los
empiristas lógicos, reconocen la imposibilidad de la verificación de cualquier
proposición científica. Proponen reemplazar la noción de verificación por la de
CONFIRMACIÓN GRADUAL CRECIENTE (Carnap). Los dos problemas centrales serán:
1°) El análisis de la relación de confirmación que se da entre una ley
científica y los enunciados de observación que la confirman o desconfirman.
2°) El análisis de cómo cobran significado los términos científicos.
Viejo problema de Hume (¿Cómo cobran significado los términos científicos?,
¿Cómo saber si una proposición significativa es verdadera?)
La Confirmación del empirismo lógico puede ser considerada como una
cuestión cuantitativa o cualitativa.
TEORÍA CUANTITATIVA
DE LA CONFIRMACIÓN
|
TEORÍA CUALITATIVA
DE LA CONFIRMACIÓN
|
Intenta asignar un grado de confirmación a una hipótesis
sobre la base de una evidencia observacional.
|
Se ocupa de cuál es la relación entre una hipótesis y la
experiencia observacional que la confirma.
Esta operación es anterior a la cuantitativa, puesto que es necesario
e imprescindible saber cuál es la relación establecida anteriormente a la
cuantificación de esa relación.
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LA FALSACIÓN
Antes
de terminar este primer apunte de clases, conviene hacer un alto en la figura
de Karl Popper, puesto que él marca una transición entre el empirismo lógico y
lo que se entenderá posteriormente por ciencia.
Cuenta Popper en su autobiografía que cuando tenía 18 años, ocurrieron las
revoluciones de Austria, y en Alemania, que fueron secuelas de la Revolución
Rusa, y que fueron fracasando una a una. El tenía un amigo, un estudiante
marxista, y fueron a una manifestación estudiantil. La policía, siguiendo un
antiguo hábito, disparó contra los estudiantes y su amigo murió. Él se
preguntó: «¿cómo es posible que un joven muera de manera tan inútil simplemente
por una ideología?. ¿Cómo es posible que haya una ideología por las cuales se
mueran tan inútilmente?». “Me hice, en ese momento, antimarxista”, dice Popper,
y “busqué un criterio de demarcación que dejara al marxismo fuera de la
ciencia”.
Pero
de Popper lo que nos importa aquí es su Epistemología, no su condición
política, aunque esto traerá consecuencias en su formulación teórica. Desde un
punto de vista técnico, lo que a Popper le importa es combatir el dogmatismo.
Lo que le importa es mostrar que la ciencia es un espacio de diálogo, de tolerancia,
de examen crítico de las ideas, que haría posible pensar que la sociedad podría
también ser un espacio de diálogo. A Popper le importa que nadie pueda decir
que tiene la verdad, porque la pretensión de verdad es de por sí excluyente.
Hay que hacer una renuncia previa: nadie tiene la verdad, para que el diálogo
sea posible. Desde luego siempre tiene sentido buscar la verdad, lo que hay que
impedir es que alguien diga que la tiene.
La
manera de hacer efectiva esta renuncia es que es un anti inductivista. Todos
los argumentos contra la inducción, contra el Inductivismo, se pueden encontrar
muy eficientemene en Popper, tanto contra la inducción directa, como contra la
progresiva y la probabilística. Esto significa que Popper asume de manera
radical que nada puede ser probado, y eso tiene como consecuencia que nadie
puede decir que tiene la verdad, eso tiene como consecuencia que todo saber es
conjetural, hipotético, provisorio no en el sentido escéptico de la palabra
sino en el sentido de que todo tiene que ponerse en discusión. Todo el que diga
que tiene un saber está obligado a ponerlo en discusión de manera empírica, es
decir, de acuerdo con las reglas de un juego de la ciencia que Popper va a
definir.
Para
Popper, el problema central de la filosofía de la ciencia es lo que él llama el
problema de la DEMARCACIÓN, es decir, el problema de hallar un criterio por el
que podamos distinguir las teorías científicas de la metafísica y la
pseudo-ciencia. A primera vista pudiera parecer que éste sea el mismo punto de
partida que el de los positivistas, mas, para Popper, un criterio de
demarcación no es una teoría del significado y la metafísica no carece de
sentido. Popper no considera que el problema del significado sea un problema serio,
y al buscar un criterio de demarcación lo único que está intentando es
delimitar un área del discurso significativo: la ciencia.
El
criterio de demarcación de Popper encuentra implícito en la obra de los
positivistas pudiera ser denominado «verificacionismo»: la característica
distintiva de las proposiciones científicas es que pueden ser confirmadas por
la experiencia. Y esta concepción, como hemos visto, ha de subdividirse a
su vez en dos: la tesis primitiva, sostenida por ejemplo, por Wittgenstein y
Schlick, según la cual es posible una verificación completa de las aserciones
científicas (positivismo lógico), y la ulterior concepción de escritores como
Carnap, Hempel y Reichenbach, según la cual la experiencia puede confirmar las
proposiciones científicas en el sentido de mostrar que son probables (empirismo
lógico).
Sin
embargo a pesar de los intentos del positivismo y el empirismo lógico, no han
podido probar empíricamente las proposiciones científicas, Popper trata de
mostrar que, a pesar de que no se puede probar, sí se puede, en cambio
falsear, y se va a apoyar en la asimetría lógica que habría entre
verificación y falsación.
Expliquemos esto último. Hay una cosa en lógica formal, que se llama “argumento
condicional”. Los argumentos condicionales, en la lógica de Frege y Russell,
tienen una premisa que es un condicional del tipo “p entonces q”, luego
tienen una premisa que es categórica, “p”, y la conjunción de ambas
permite concluir “q”. En la premisa condicional “p” es el
“antecedente”, y “q” es el “consecuente”. Y entonces, dado “p
entonces q”, dado “p”, se concluye “q”. Un ejemplo muy
característico podría ser el siguiente:
1
Si es chileno es bueno
2
es chileno
3
entonces es bueno
La premisa categórica “es chileno” en
este ejemplo es empírica. Es chileno, no es colombiano, no es boliviano, es
algo que suponemos dado. En la lógica, sin embargo, no importa la verdad o
falsedad de esta premisa, lo que importa simplemente es que, asumidas las
premisas, la conclusión se siga de su conjunción. Dicho de otra manera: dado un
condicional, si afirmo el antecedente, puedo concluir la afirmación del
consecuente. Así afirmando, afirmo. Por eso esto se llama “ponendo ponens”, que
significa, “afirmando afirmo”.
Razonemos ahora al revés: premisa condicional p entonces q, premisa
categórica no q:
1
Si es chileno es bueno
2
no es bueno
3
bueno, eso quiere decir que no es chileno.
Sí, está bien
concluido. Sí, porque si es chileno tiene que ser bueno, si no es bueno,
entonces quiere decir que no es chileno. Este es un razonamiento inverso al
anterior. Negando el consecuente puedo concluir en la negación del antecedente.
Eso se llama “tollendo tollens”, es decir, “negando niega”. Más familiarmente,
al primero se le llama “modus ponens”, mientras que al segundo “modus tollens”.
Si ya estamos suficiente prevenidos, entonces intentemos un tercer caso. Esta
vez también con una premisa categórica negativa, pero tomando al antecedente:
1 Si es chileno es
bueno
2 no es bueno
3 ¿entonces no es
bueno?
Falacia. Esta es una falacia famosa. Aunque es fácil no advertirla en un primer
momento, si se piensa bien se notará que la premisa “si es chileno no es bueno”
no dice que todas las cosas buenas sean chilenas. Dice solamente, y
precisamente, que si es chileno es bueno, pero si es bueno, también podría ser
argentino. Así que esto es un razonamiento falso.
Popper aplica el modus tollens por analogía. Es necesario decir que es por
analogía porque en su razonamiento no sólo hay premisas formales sino que hay
también premisas empíricas. Su proposición sería así: una hipótesis tiene tal
consecuencia, si la consecuencia no se da, la hipótesis es falsa.
1 Hipótesis,
consecuencia empírica
2 la consecuencia no
ocurre en la realidad
3 debe concluir que la
hipótesis es falsa.
Es
importante notar que hay una analogía formal entre este razonamiento y el modus
tollens. El ejemplo que a Popper le gustaba dar era así:
1 Todos los cisnes con
blancos, luego el próximo que observaremos debe ser blanco
2 pero, de hecho, nos
presentan un cisne negro
3 debemos concluir
entonces que la afirmación “todos los cisnes son blancos” es falsa.
Al
especificar un poco más la lógica de Popper es necesario notar que en este
razonamiento no sólo hay premisas formales, también hay premisas empíricas.
Ocurre que el condicional “si todos los cisnes son blancos entonces el próximo
cisne será blanco”, como conjunto, por sí sólo, es una premisa formal porque,
en rigor, no es contradictorio que sea verdadero, ni es contradictorio que sea
falso. Sin embargo, tanto la afirmación que contiene en el antecedente, “todos
los cisnes son blancos”, como la premisa categórica negativa, “de hecho este
cisne que observamos es negro” son premisas claramente empíricas, porque su
verdad o falsedad depende de una situación de hecho.
Los
enunciados se puede decir que son verdaderos o falsos, no son de hechos. Y
resulta que estos son enunciados que, además, son empíricos, de tal manera que
su verdad o su falsedad depende de si ocurre o no un hecho.
El
asunto es que tenemos una hipótesis y de ella podemos obtener enunciados que
contienen una consecuencia empírica. A esto Popper lo llama una “instancia
verificadora”. Y por cierto, no es casual que él hable de instancia
verificadora y no de “hecho verificador”, porque una instancia verificadora es
un enunciado sobre un hecho, no un hecho. En otro ámbito, en el de la
realidad, si el hecho que la instancia verificadora establece ocurre,
entonces la instancia verificadora es verdadera. Eso es lo que se llama
“verificación” que, como ya hemos visto, y Popper sostiene, no implica una
prueba. En el ejemplo, si hemos postulado que todos los cisnes son blancos, y
veo el próximo cisne, y es blanco, el enunciado, “el próximo cisne es blanco”,
es verdadero, pero eso no prueba que todos los cisnes sean blancos. He verificado
la hipótesis, pero no la he probado. Al revés, una instancia
verificadora es un enunciado tal que si el hecho que este enunciado establece
ocurre, es decir, si la proposición particular es verdadera, entonces la
hipótesis es falsa. Razonando de acuerdo al modus tollens ha sido falseada. Popper
llama a esto “falsación”.
Cuando la instancia verificadora es verdadera hay verificación, cuando es falsa
hay refutación. La falsación refuta, pero la verificación no prueba.
Hay
una tercera situación que es importante. Si establecemos una instancia
refutadora según la cual si pasa tal cosa entonces la hipótesis es falsa, y
luego hacemos un experimento, para ver qué ocurre, y no ocurre lo que esa
instancia refutadora contemplaba. Es decir, el que no ocurra hace que la
instancia refutadora sea falsa, entonces, Popper sostiene que eso corrobora
la hipótesis, sin embargo la corroboración no prueba la hipótesis. Sostuvimos
que el próximo cisne iba a ser negro, el próximo cisne no fue negro, entonces
todavía podemos mantener que todos los cisnes son blancos. Pero no hemos
probado que todos los cisnes son blancos, eso es muy importante.
Lo
que Popper hizo para probar estas nociones de falsación y de corroboración las
convirtió en un criterio de demarcación. El criterio es este: sólo
aceptaremos como científicos los enunciados que admitan una refutación posible.
No los que puedan ser verificados sino, al revés, los que puedan criticados. El
desafío que Popper nos plantea es este: “si tenemos una teoría científica,
especifiquemos bajo qué condiciones empíricas aceptaremos que estemos
equivocados, qué tendría que ocurrir empíricamente para que nosotros aceptemos
que la teoría es falsa”
Lo
que nos pide no es que nuestra teoría sea falsa, sino más bien, de qué lado hay
que ponerla a prueba y, desde luego, la comunidad científica probará justamente
por ese lado, tratará de criticar, y si lo logramos sortear empíricamente, en
buena ley, esas críticas, nuestra teoría será corroborada. La actitud cambia
radicalmente, frente a los positivistas y empiristas lógicos, porque ya no se
trata de inventar hipótesis idóneas para salvar los fallos experimentales, ni
tampoco un lenguaje formal que pruebe su criterio de verdad. De lo que se trata
es que si hay un fallo experimental debemos, simplemente, abandonar nuestra
teoría y buscar otra mejor.
El
principio de la demarcación es este: « si usted tiene una idea póngala a
prueba, no la defienda, y si logra salvar las pruebas (empíricas), ¡qué bueno!,
estará corroborada; pero si las pruebas apuntan en contra tenga la honradez de
abandonar su hipótesis, porque si usted no abandona su hipótesis entonces está
procediendo de manera dogmática. Las teorías pseudo científicas, según Popper,
son aquellas que tienen mecanismos para evitar la refutación. Popper dice
“teorías que lo explican todo”, porque pase lo que pase resultan correctas, se
trataría de “teorías cerradas”.
BIBLIOGRAFÍA
Brown, Harnold. La Nueva Filosofía de la Ciencia. 1ª reimp.
Editorial TECNOS, S.A. Madrid. España. 1984.
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Chile. Chile. 2005.
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Buenos Aires. Argentina. 1994.
Pérez Soto, Carlos Sobre un Concepto Histórico de Ciencia
(De la epistemología actual a la dialéctica). Ediciones LOM. Colección Sin
Norte. Santiago de Chile. Sin fecha.
Tejedor C., Cesar. Historia de la Filosofía en su Marco Cultural.
Ediciones S/M. Madrid. España. 1998.
[1] Recordemos como
define Wittgenstein un hecho: es un estado de las cosas que suceden en la
realidad; mientras que el estado de las cosas es un hecho lógicamente posible.
AUTORES:
ResponderEliminarBenavides Samary C.I. 17.549.415
Duque Clara C.I. 14.340.976
Aguirre Rafael C.I. 16.637.911
Jiménez Anny C.I. 15.672.759
Mendoza Yenny C.I. 11.713.467
Malpica Eglithmar C.I. 16.514.578
Rojas Yecy C.I. 17.768.601
Desde la existencia del mundo se ha tenido la curiosidad en tres elementos primordiales del pensamiento humano que son: las verdades, las creencias y el conocimiento.
muchos han sido los estudios a través de la historia: filósofos, teóricos, matemáticos y otras ramas de la ciencia; que se han enfocado en el conocimiento humano.
Podemos iniciar mencionando a los grandes filosofos de la Edad Antigua (Platón, Aristóteles y otros...)que sirvieron de insopiración a grandes figuras como: J. Locke, Berkerley y Kant; estos y muchos mas que fueron desarrollando modelos y teorías que han permitido la reformación de la sociedad y la manera de conocer e investigar.
La teoría del conocimiento aparece como disciplina autónoma con su principal exponente J. Locke (1632 - 1704), una de sus obras mas importantes es el "ENSAYO SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO" (1690); donde expone la esencia y la certeza del conocimiento humano. Así mismo, los elementos que intervienen en el acto del conocer son: el objeto cognoscente y el objeto conocido. A su vez, dentro de los problemas que surgen de la aparición del sujeto en el objeto donde se evidencia la posibilidad del origen y la esencia del conocimiento; ademas del criterio de la verdad.
El DOGMATISMO rechaza toda duda, el esceptismo por su lado se enfoca en la calidad objetiva, donde la verdad. Para el pragmatismo significa lo valioso y lo útil para la vida.
Las fuentes de conocimiento humano según el EMPIRISMO sostiene que son los sentidos; es decir las experiencias sensoriales y para la corriente del RACIONALISMO es la razón.
En otro orden de ideas hablamos del EMPIRISMO, el REALISMO Y el POSITIVISMO; que se apoyan en el campo físico, unifica el conocimiento científico. El NEOPOSITIVISMO que tiene como verdad verdadera lo cuantitativo, lo estadístico; lo que realmente se verifica.
En términos generales podemos acotar que ningún ser humano tiene la verdad, que el conocimiento es algo diferente en cada ser humano. La sociedad está pasando por muchos problemas familiares y esto se relaciona con el antecedente y el consecuente (FALSACIÓN), porque las famílias están descompuestas, no hay temos hacia Dios, los valores están dejados a un lado y esto se refleja en la falta de comunicación de padres e hijos (ANTECEDENTE), todo esto conlleva a muchos resultados negativos (CONSECUENTE) como: delincuencia, maltrato, violencia y mucho rechazo hacia nuestros principios morales.