Reseña histórica.
Si bien es cierto que la teoría del conocimiento, no existe como disciplina
independiente en la filosofía griega y en la filosofía
medieval, no es menos cierto que tanto en la etapa de la
filosofía antigua como en la edad media, encontramos múltiples reflexiones
acerca del problema de la "Teoría del conocimiento", llamada también
"Epistemología" ( de la palabra griega "epistema", que
significa conocimiento, o "gnoseología" ( del término griego
"gnosis" que significa también conocimiento. En dichas épocas del
pensamiento filosófico, el problema de la teoría del conocimiento está inserta
en los textos referentes a los problemas ontológicos y psicológicos. Esto tiene
lugar en forma especial en Platón y en Aristóteles.
En la Edad moderna, la teoría del cocimiento aparece como
disciplina autónoma. Como fundador de ella podemos indicar a J. Locke (1632 –
1704), con su obra "Ensayo sobre el entendimiento humano" aparecida
en 1690. En ella Locke habla de la esencia y la certeza del conocimiento
humano. Leibnitz (1646 – 1716), refuta la doctrina de Locke en su obra
"Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano", obra póstuma aparecida
en 1765. En Inglaterra prosigue la investigación acerca del conocimiento
humano, Berkerley (1685 – 1753), con su obra "Tratado de los principios
del conocimiento humano", aparecida en 1710.
David Hume (1711 – 1776), publica dos obras referentes al problema del conocimiento
humano: "Tratado de la naturaleza humana" en 1740 e
"Investigación sobre el entendimiento humano", en 1748.
En 1781, Manuel Kant (1724 – 1804), publica su obra "Crítica de la razón
pura", que es considerada como su obra maestra en el campo epistemológico.
Análisis del conocimiento y
planteamiento del problema.
Los elementos que intervienen en el acto de conocer son: el sujeto cognoscente
y el objeto conocido.
¿Cuál es el rol que cada uno de dichos elementos juega en el acto de conocer?
El sujeto capta al objeto mediante la imagen. El objeto imprime su imagen en el
sujeto.
De la relación existente entre el sujeto y el objeto, surgen los siguientes
problemas:
a) La posibilidad de
conocimiento: el sujeto ¿puede realmente aprehender el objeto?
b) Origen del conocimiento: Este
¿proviene de los sentidos de la inteligencia o de ambos a la vez?
c) Esencia del conocimiento:
¿Cuál de los elementos recién nombrados juega el rol preponderante en la
elaboración del conocimiento?
d) Criterio de verdad: ¿Cuál es
el criterio que se puede adaptar para asegurar la verdad del conocimiento?
Posibilidad del conocimiento.
Dogmatismo:
Es la actitud epistemológica para la cual no existe el problema de la posibilidad
del conocimiento. Da por hecho que el sujeto puede conocer sin dificultad al
objeto. El dogmatismo, en el sentido epistemológico, no se debe entender
despectivamente. Es una actitud que no tuvo problema acerca de la posibilidad
del conocimiento y aceptó simplemente dicha posibilidad.
Escepticismo:
Este sistema gnoseológico niega la posibilidad de que el sujeto cognoscente
pueda captar el objeto conocido. El conocimiento, como aprehensión real del
objeto por el sujeto, es imposible. De lo cual resulta que no podemos emitir
juicio alguno.
Hay diferentes clases de escepticismo. El escepticismo que niega la posibilidad
del conocimiento en general, recibe el nombre de escepticismo absoluto o
radical. Cuando el escepticismo niega la posibilidad de un determinado
conocimiento, recibe el nombre del conocimiento cuya posibilidad niega. Así,
por Ej. , existe el escepticismo metafísico, en cuanto niega la posibilidad del
conocimiento metafísico. Asimismo, se habla del escepticismo ético y del religioso,
pues niega el conocimiento de lo moral y el conocimiento religioso
respectivamente. Finalmente, existe el escepticismo sistemático y el
escepticismo metódico. El primero niega la posibilidad del conocimiento por
principio, sistemáticamente. El segundo lo hace por método: pone en duda lo que
naturalmente nos presenta el conocimiento, para separar de esta manera lo
verdadero de lo falso y llegar así al saber absolutamente seguro.
El escepticismo absoluto es imposible. Ya San Agustín arguyó de la siguiente
manera contra los escépticos: "No temo los argumentos de quienes dicen: ¿Y
si te engañas? Si me engaño soy. Quien no es, no puede siquiera engañarse; y
por eso, si me engaño, soy".
"Así, pues, ya que soy yo que me engaño, ¿cómo puedo engañarme de que soy,
si es cierto que soy yo que me engaño? Puesto que fuera yo quien se engañase
aun cuando yo me engañara, no me engañaría en cuanto a saber que soy".
El escepticismo absoluto es evidentemente falso, pues se contradice abiertamente.
Al afirmar que el conocimiento es imposible, con eso mismo expresa un
conocimiento.
Pragmatismo:
El pragmatismo epistemológico reemplaza el concepto de la verdad, que deriva de
la correspondencia entre el pensamiento y el objeto, substituyéndolo por el
concepto de lo útil. La verdad para el pragmatismo significa lo valioso y lo
útil para la vida.
El pragmatismo se enraíza en el peculiar concepto referente a la naturaleza
humana. Para dicha corriente filosófica, el hombre no es un ser pensante, sino
un ser de voluntada y acción. El intelecto, como lo observa Essen, no es dado
al hombre, según el pragmatismo, para investigar y conocer la verdad; sino para
poder orientarse en la realidad. L a verdad consiste básicamente, según el
pragmatismo, en lo útil y provechoso de la conducta humana.
El error básico del pragmatismo reside en el desconocimiento y la negación de
la autonomía del pensamiento humano. Si bien es cierto que el pensamiento
humano tiene estrecha relación con las diferentes realidades de la vida y que
sufre influencia profunda de las demás vivencias psíquicas, no es menos cierto,
que el pensamiento humano tiene su propio campo de acción y no puede ser
reducido a la mera función de lo útil en la vida humana.
Criticismo:
El escepticismo y en concomitancia el pragmatismo que, en último análisis es
una especie de escepticismo, son ambos la antítesis del dogmatismo. La posición
intermedia entre aquellos es el criticismo. Este sistema tiene de común con el
dogmatismo que acepta la fundamental confianza en la razón humana. No acepta,
sin embargo, la posibilidad del conocimiento y de la verdad en forma ingenua,
como lo hace el dogmatismo, sino que examina detenidamente la actividad de la
razón humana. La desconfianza en lo referente a determinados conocimientos,
como ser: frente a la posibilidad del conocimiento racional de lo absoluto, lo
acerca al escepticismo.
La actitud del criticismo es reflexiva y crítica. Es el término medio entre la
ingenuidad del dogmatismo y lo absurdo del escepticismo.
Indudablemente la actitud epistemológica del criticismo aporta elementos
valiosos a la Teoría del conocimiento; siendo su autor Manuel
Kant.
Origen del conocimiento.
En éste nuestro enfoque acerca del origen del conocimiento, partiremos de un
juicio por todos conocido: "Los metales se dilatan con el calor".
Analicemos lo que nos suministra nuestra propia experiencia acerca del origen
de este juicio. En la formación de este juicio intervienen ante todo, nuestros
sentidos. En efecto, mediante el sentido del tacto obtenemos la sensación de
calor y mediante la vista verificamos la dilatación del metal. Pero al mismo
tiempo percibimos una relación, o sea una conexión entre la acción del calor y
el hecho de que el metal se dilate. La dilatación sigue a la acción del calor,
a saber, es causada por el calor.
Vemos, pues, que en la formación del juicio: "los metales se dilatan por
el calor", intervienen dos elementos: uno proveniente de los sentidos y el
otro del pensamiento. Surge, pues, el problema, ¿cuál de estos elementos es
definitivo en la formación del juicio mencionado? En otras palabras, ¿dónde
tiene su origen el conocimiento? ¿Acaso en la experiencia que proporcionan los
sentidos o en los elementos que elabora el pensamiento? Además, procede esta
otra pregunta: ¿En cuál de los elementos citados se funda la validez del
conocimiento? Las respuestas a estos problemas fueron muy diferentes a lo largo
de la historia del pensamiento filosófico.
Empirismo.
Sostiene que la única fuente del conocimiento humano son los sentidos, es
decir, la experiencia sensible. Según el empirismo, el espíritu no aporta nada
en la elaboración del conocimiento, pues, es una especie de hoja en blanco en
la cual es la experiencia la que escribe. Todos los conceptos aún los más
generales y abstractos son, por lo tanto, fruto de la experiencia sensible.
Ahora bien, la experiencia sensible puede ser externa e interna, según que
clase de sentidos intervienen en su realización. Existe una forma de empirismo
llamada sensualismo, que admite como única fuente de conocimiento la
experiencia de los sentidos externos. El filósofo francés Condillac (1715 –
1780), es su representante.
Esta actitud epistemológica tiene sus proyecciones en el campo metafísico. En
efecto, si todo el conocimiento se reduce a la experiencia sensible, no se
podrá llegar jamás al conocimiento suprasensible, capaz de aprehender
realidades suprasensibles o espirituales. El empirismo epistemológico lleva,
necesariamente al escepticismo metafísico.
Racionalismo.
La fuente única del conocimiento humano, según el racionalismo es la razón. El
conocimiento cobra validez si es lógicamente necesario y universalmente válido.
Solamente cuando emitimos un juicio acerca de algo que tiene que ser así,
siempre y en todas partes, y no puede ser de otra manera, solamente entonces
tenemos un juicio verdadero. Así, los siguientes juicios cumplen con estas
exigencias: "El todo es mayor que una parte". "Todo efecto tiene
una causa". En ambos casos vemos que tiene que ser así y no de otra manera.
En efecto, sostener que una parte del todo sea mayor que el
todo, equivale a la contradicción de la razón consigo misma.
Los juicios mencionados poseen, pues, una necesidad lógica y una validez
universal.
Carecen de estas características los juicios provenientes de la experiencia.
Tales como: "los metales se dilatan con el calor", "el agua
hierve a 100°", etc. Existe la posibilidad que suceda diferente. Pues, no
encierran en sí una necesidad lógica. Los juicios que se basan en la experiencia
tienen solamente validez hasta donde pueden ser comprobados. Su validez, por lo
tanto, es limitada.
No sucede lo mismo, sostiene el racionalismo, con los juicios que se basan en
la razón. En efecto, el juicio: "El todo es más grande que una parte de
él", no se apoya en la experiencia, sino tiene su fundamento en la razón:
es lógicamente necesario y universalmente válido. De donde resulta, que el
verdadero conocimiento tiene su fundamento único en la razón.
El origen del racionalismo se encuentra fácilmente en los cultivadores de las
ciencias matemáticas, por ser este conocimiento predominantemente conceptual y
deductivo. Los principales representantes del racionalismo fueron en la
Antigüedad: Platón (427 – 347) y Plotino (205 –270). En la Edad Moderna:
Descartes (1596 – 1650), Malebranche (1638 – 1715), y Leibnitz (1646 – 1704).
El mérito principal del racionalismo está constituido por el hecho de destacar
el factor racional en el conocimiento humano. Pero, al pretender establecer la
razón como fuente única del conocimiento humano, cae en el exclusionismo, del
cual a su vez deriva su posición dogmática.
Sin duda, el racionalismo, por operar con conceptos suprasensibles abre el
camino hacia las verdades metafísicas.
Apriorismo.
Es una corriente epistemológica que intenta mediar entre el empirismo y el
racionalismo. Manuel Kant, es el autor principal del apriorismo, ante todo hace
una crítica de ambas actitudes extremistas y luego procura resolver el problema
planteado.
La actitud racionalista, sostiene Kant, es una actitud dogmática; además, aún
admitiendo con el racionalismo las ideas innatas, ¿ cómo se establece la
relación entre ellas y los objetos?
El empirismo por su lado, prosigue la crítica Kantiana, toma en cuenta las
relaciones que rigen las impresiones sensibles. Además, el empirismo no explica
leyes que rigen el fenómeno y que son la base del progreso científico. Pues, es
incapaz de fundamentar una metafísica que el espíritu humano exige.
Prosigue Kant, el racionalismo admite solamente los juicios
"analíticos", o sea, juicios en los cuales la idea expresada en el
predicado está contenida en la extensión del sujeto. Estos conocimientos a
priori, son independientes de la experiencia y, por ende, son inútiles.
El empirismo, a su vez, admite solamente los "juicios a posteriori",
es decir, juicios en los cuales la relación entre el sujeto y el predicado se
funda en los datos de la experiencia. Dichos juicios tienen el mérito de
expresar un contenido concreto, pero son incapaces de fundamentar una ciencia.
Frente a la deficiencia de estas dos actitudes extremistas, Kant presenta su
tesis: para hacer posible la ciencia y construirla son necesarios los
conocimientos tanto "a priori" como "a posteriori". Gracias
a los primeros se podrá establecer las leyes científicas y los segundos
permitirán determinar el contenido de la ciencia.
Esta clase de conocimientos se podrá obtener mediante los juicios que Kant
llama "juicios sintéticos a priori". Dichos juicios provienen de la
forma "a priori" que es la base del conocimiento, y de la experiencia
"a posteriori" que es el contenido del conocimiento. Pero ahora aparece
también aquí la dificultad que se presentó en el racionalismo ¿Cómo aplicar la
forma "a priori" al contenido de la experiencia que es una forma
"a posteriori", siendo que una forma es independiente de la otra?
Kant resuelve la dificultad diciendo que la forma "a priori", es
decir, el elemento racional, es el que establece las relaciones necesarias y
universales entre los fenómenos del contenido. Con esto Kant afirma que: "el
orden de las cosas los forma la actividad de nuestro entendimiento".La
experiencia sensible nos proporciona solamente el contenido, que es un
"material caótico"; el sujeto pensante establece la relación, el
orden en dicho material. De lo cual resulta que el sujeto es el coordinador y
constructor del mundo de la experiencia. De esta manera queda suprimido el
problema de la relación entre el pensamiento y las cosas. El orden del
pensamiento imprime el orden a las cosas. El conocimiento por lo tanto, tiene
su origen en la síntesis inseparable de las leyes del pensamiento y el contenido
de la experiencia.
Surge ahora naturalmente la pregunta, ¿cuáles son estas formas a priori que
hacen posible el conocimiento? Estas formas "a priori" inherentes a
nuestro espíritu son las formas del espacio y del tiempo.
Mediante la forma a priori espacio, nuestro espíritu consigue la ordenación
externa de nuestras sensaciones y mediante la forma a priori tiempo, nuestro
espíritu establece el orden interno. Así por ej. , la forma "a
priori" establece el diseño de las figuras geométricas en el espacio y los
nuevos aspectos de los números en el tiempo: 5 más 7= 12.
Todo esto lo realiza el espíritu mediante la intuición, que es el primer grado
de la actividad "a priori".
Pero el espíritu, además de intuir, puede pensar. Así se llega al segundo grado
de la síntesis, que implica una relación más estrecha entre las diferentes
intuiciones. Esa nueva síntesis se realiza mediante el juicio. Las formas del
juicio son las categorías en las cuales tienen su origen los conceptos. Así las
cualidades que constantemente persisten en el espacio, se tornan substancia y
las que persisten en el tiempo, en causa. Substancia y causa no tienen valor
por sí mismos, sino que son dos formas, dos categorías del pensamiento. Es el
pensamiento, pues el legislador de la naturaleza y el constructor del mundo. La
validez de la categoría nos permite el conocimiento universal y necesario.
Kant opina que de esta manera ha superado el racionalismo y el empirismo.
Las teorías epistemológicas que procuran determinar la esencia del conocimiento
son muchas. Nos detendremos brevemente en dos: El Idealismo y el Realismo.
El Idealismo.
Ante todo hay que dejar en claro la distinción neta entre el idealismo
metafísico y el idealismo epistemológico.
Llamase idealismo metafísico al sistema filosófico que sostiene que el
fundamento de toda realidad son las fuerzas espirituales o potencias ideales.
El Idealismo epistemlógico sostiene la prioridad del pensamiento sobre lo real.
La conciencia constituye el mundo de lo real. Al suprimir los objetos reales
deja solamente los contenidos de la conciencia.
Atendida esta exposición, la crítica que suele presentarse al idealismo es la
siguiente:
a) El idealismo es, ante todo,
una actitud del todo gratuita; pues, asevera sin pruebas que el objeto del
pensamiento no puede ser sino el pensamiento; que el acto de conocimiento, por
ser una acción inmanente, no puede asir otra cosa que no sean estados
interiores, a saber, estados de conciencia. Esta afirmación es ambigua. Es
cierto que el pensamiento no capta sino objetos de pensamiento; pero, decir
"objetos de pensamiento" no equivale necesaria ni idénticamente a
estado interior de conciencia.
b) El idealismo, si se lo examina
a fondo es indefendible, pues conduce inevitablemente al solipsismo, según el
cual un más allá del pensamiento es impensable, porque el acto de conciencia no
puede salir de su propia interioridad; el ser se confunde con el percibir.
El Realismo.
Esta actitud epistemológica acepta la existencia de las "cosas
reales" fuera de la conciencia. La prioridad del objeto sobre el sujeto.
Esto último se puede entender de diferentes maneras y de ello proceden las
diferentes clases de realismo.
a) Realismo Indirecto.- en
esta actitud epistemológica, la prioridad del objeto respecto del sujeto
significa principalmente la parte de pasividad que nuestro conocimiento
comporta en razón de la receptividad sensible. El conocimiento, afirma dicho
sistema, que nosotros adquirimos de las cosas, es a base de sensaciones
pasivamente recibidas. Estas de suyo son objetivas, pues, ellas son asidas por
la conciencia como un efecto, de la acción de los objetos que actúan como
causas.
b) Realismo Inmediato.-
esta actitud excluye la noción de causalidad cuando se trata de la prioridad
del objeto respecto del sujeto y le da un sentido mucho más amplio. La
prioridad del objeto significa para el realismo inmediato el punto de partida
del conocimiento humano. Más exactamente, a la base de nuestras nociones
abstractas y de nuestras afirmaciones, hay una presencia de lo real delante de
la conciencia. Esto real inmediatamente presente, es sin duda, el real
sensible, captado por los sentidos; mas este real es al mismo tiempo
inteligible, y como tal, presente a través de los sentidos, a la conciencia
intelectual.
Según ese realismo inmediato, no se niega que la conciencia humana aporta en la
elaboración final del conocimiento una parte considerable. La presencia
inmediata no es más que un catalizador del proceso cognitivo. En el realismo
inmediato se acentúa, ante todo, la dualidad sujeto-objeto inherente a todo
acto del conocimiento humano. Nos pone el sujeto frente al objeto; destaca la
prioridad del objeto respecto del sujeto y pone en evidencia la actitud activa
de la conciencia en el acto de conocer.
Criterio de la verdad.
Antes de enfocar dicho problema, aclararemos el término de "verdad".
En la vida diaria hablamos de "oro verdadero", de "amigo
verdadero", de "cuadro hermoso", etc. En todos estos casos
queremos afirmar que lo que es, "es". Y en eso cabalmente consiste la
verdad. Sin embargo, debemos distinguir claramente entre la verdad ontológica y
la verdad lógica.
a) Verdad Ontológica.-
expresa el ser de las cosas, en cuanto corresponde exactamente al nombre que se
le da; es la conformidad de un objeto con su naturaleza, representada por la
idea. Poseer esta verdad, es conocer las cosas tal cual ellas son. Por ej.,
"este metal es oro" expresa una verdad ontológica, si el metal
indicado es realmente oro.
b) Verdad lógica.- yo
puedo emitir también un juicio que expresa conveniencia o disconveniencia entre
dos ideas; por ej.,"este oro es puro". En este caso se trata de la
verdad lógica que expresa la conformidad del espíritu con las cosas, es decir,
conformidad del espíritu con la verdad ontológica.
La historia de la filosofía nos expone numerosos criterios de verdad que
adoptan los diferentes sistemas filosóficos. Se pueden dividir en: a) Criterios
externos y b) Criterios internos. Estos a su vez se subdividen en:
interno-subjetivos e interno-objetivos.
a) Criterios externos:
- La revelación.- criterio
sostenido por el obispo francés Daniel Huet, afirmando que la sola razón humana
no puede salir por sus propias fuerzas de la probabilidad, por lo tanto,
necesita de la revelación por parte de Dios para llegar a la certeza.
- El tradicionalismo.-
sostenido por Bonald. En este sistema la tradición es el criterio de verdad. Lo
que se conforma con la tradición es verdadero; lo que a ella contradice, falso.
- El consentimiento común o de
la razón universal.- Lamennais sostiene este criterio. Según él, el criterio
de verdad es la autoridad que tiene la conformidad de juicios y pareceres de
los hombres.
- La utilidad.- El
pragmatismo sostiene que los juicios son verdaderos si de ellos fluyen
resultados útiles para el hombre.
- Etc.
b) Criterios internos subjetivos:
- Según Protágoras, "el
hombre es la medida de todas las cosas", y por lo tanto es verdadero
aquello que a cada uno le parece serlo.
- Criterio del instinto ciego.-
Lo sostiene Tomás Reid. El alma humana tiene una facultad especial que él llama
"sentido común", que viene a ser una especie de instinto que
irresistiblemente nos lleva a admitir como verdaderos ciertos principios,
aunque no veamos la razón de su verdad.
- Criterio del sentimiento.-
Su sostenedor es F. Jacobi. El criterio de la verdad es una especie de
sentimiento superior por el cual espontánea e irresistiblemente creen los
hombres.
- Criterio del imperativo
categórico.- Kant sostiene que la certeza moral es una creencia y no una
visión intelectual objetiva.
c) Criterio interno objetivo:
Según esta posición filosófica, el criterio de la verdad es la evidencia.
- René Descartes.- sostiene que
la idea clara y distinta del sujeto es el criterio de la verdad.
- Criterio de la evidencia.-
Llamase evidencia la plena claridad con que la verdad se impone a la adhesión
de la inteligencia.
Según esta opinión, el criterio de la verdad es algo necesario y a la vez
suficiente para que el espíritu dé su asentimiento sin miedo a errar. … …
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